Perder la memoria; lo que más preocupa a las personas mayores es perder la memoria. Arquitectura y memoria están íntimamente ligados. La casa, la habitación, los objetos propios… estabilizan la vida humana, recurrimos a ellos para recuperar la unicidad y la identidad.
Dentro del ámbito específico de diseño de espacios para la demencia y el deterioro cognitivo, existe un cuerpo de investigación que parte de las teorías del envejecimiento ecológico, y se centra de manera más específica en la perspectiva cognitiva; desde la gerontología, autores como H. Chaudbury argumentan el efecto positivo de estimular la reminiscencia a través de terapias guiadas mediante fotografías del propio hogar. Este tipo de conversación guiada toma el nombre de terapia de reminiscencia. Esta terapia se lleva al espacio de una habitación en las salas de reminiscencias, habitaciones llenas de objetos viejos, cada vez más frecuentes en geriátricos, en los que se desarrolla esta terapia. En una escala mayor, esta estrategia se lleva al contexto de un edificio de vivienda colectiva de nueva planta en los pueblos de demencia, un modelo innovador e incipiente que presenta interesantes aportaciones e inquietantes fisuras.
Una recopilación de casos paranoico-crítica selecciona ejemplos construidos que ayudan o soportan la construcción teórica de pueblo-residencia como modelo emergente para mantener la memoria. Las arquitecturas analizadas recuperan posturas ideológicas premodernas, confieren a la arquitectura agencia como medio para recordar y están atravesadas por la ética del cuidado, y las reivindicaciones que emergen del cuerpo cuidador.
Directores: Emilio Tuñón, María Langarita